Un elevado porcentaje de profesionales sanitarios refiere haber sufrido una agresión en algún momento de su vida laboral. Los profesionales sanitarios se enfrentan cada día a multitud de situaciones vitales donde el estrés está muy presente tanto en pacientes como familiares. Discrepancias en la atención y/o en el diagnóstico,  escasez de personal, las listas de espera… son algunas de las circunstancias que rodean una agresión física o verbal.

Ante esta lamentable realidad el personal sanitario puede tomar medidas para anticiparse y evitar la agresión física. Hay ciertas conductas que nos alertan de que vamos a sufrir una agresión de forma inminente, como enseñamos al alumnado en nuestras formaciones, si estamos atentos (as)  podremos anticiparnos y huir del escenario.

El control verbal es uno de los primeros mecanismos que cualquier profesional sanitario debería utilizar en una situación de agitación, el manejo verbal es una primera gran herramienta a la hora de abordar a un paciente que se encuentra en un estado de agitación, aunque al mismo tiempo debemos  realizar una lectura de su comunicación no verbal. Si estás atento(a) en una primera fase solo verás a una persona nerviosa que está realizando movimientos apaciguadores:

  • Arreglo de la chaqueta y/o corbata.
  • Hinchazón de mejillas resoplando a continuación.
  • Frotación de piernas con las palmas de la mano.
  • Movimiento de los collares.
  • Jugueteo con el pelo.

Estos son algunos de los movimientos más comunes que realiza una persona que está nerviosa pero estos movimientos no tienen porqué ser de agitación hacia ti. Sin embargo si estás ante un paciente agitado, ves que realiza los movimientos anteriormente descritos  y te das cuenta que las herramientas de control verbal están fallando, continua muy atento(a) porque si realiza alguno de  los siguientes movimientos, si estaremos ante un clima de hostilidad hacia nosotros:

  • Mirada fija.
  • Frunce el ceño
  • Entorno de ojos.
  • Aletas de la nariz hinchadas demandando oxigeno.
  • Abre ligeramente las piernas y empieza a sacar pecho.

Hay más pero estos son algunos de los más comunes. Si la situación hostil sigue subiendo de nivel, la hormona de cortisol seguirá subiendo y el agresor (a)  hará movimientos como:

  • Se llevará las manos hacia  la amígdala.
  • Nos enseñará los dientes.
  • Elevará el tono de voz, gritos.
  • Los labios se secan y veremos que el agresor los esconde para mojarlos.

Al final de esta última cadena de movimientos que apenas dura 15  segundos llega la agresión. Si como sanitario eres capaz de detectar estos movimientos previos a la agresión podrás prevenirla y escapar del lugar antes de que se produzca.