Los síntomas que suelen referir las víctimas de agresión sexual en estado de sumisión química suelen ser inespecíficos, por lo que será imprescindible detectar indicios que activen el nivel de sospecha de los equipos de atención.

Normalmente, la víctima suele presentar un bajo nivel de conciencia y puede ser que se encuentre acompañada. Esta no puede considerarse una evidencia excluyente, ya que en algunos casos se puede presentar el paciente con un nivel normal de conciencia debido a la corta duración del efecto de las sustancias usadas.

Entre las manifestaciones e indicios más comunes que pueden presentarse encontramos:

  • Comportamiento desorganizado
  • Presencia de un cuadro de desorientación, confusional, de angustia, o incluso, incapacidad para definir de forma precisa su estado.
  • Referencia a síntomas de mareo, visión borrosa, taquicardia, malestar.
  • Verbalizaciones de sensación de haber mantenido relaciones sexuales, pero no recordar los hechos, quejarse de dolor y/o molestias en la zona del abdomen bajo, genital o anal.
  • Presencia de signos de violencia sexual(heridas, moratones, sangrados…)
  • Presencia desaliñada, ropa rasgada, semidesnuda, manchas de sangre o de otros fluidos…

La mayoría de agresores son personas aparentemente funcionales y adaptadas socialmente, es decir, no despiertan sospechas en la víctima en los momentos previos a la agresión. El consumo de alcohol y/u otras sustancias asociado a algunas agresiones sexuales por parte de los agresores, deben interpretarse como un medio utilizado por el agresor para disminuir sus inhibiciones, no como una causa.

Tras sufrir una agresión sexual o una violación, el estrés psicológico agudo ocurre y se manifiesta en la víctima con todos los síntomas negativos posibles. A continuación se presentan las respuestas psicológicas de una víctima de abuso o agresión sexual en la etapa inmediata del proceso.

  • Existe un alto potencial de daño físico y emocional, ya que la víctima acaba de pasar por una situación muy dura. En la fase aguda, no existe un patrón de reacción único, se agrupan las respuestas de la víctima en tres tipos de manifestaciones:
    • Expresiva: Con presencia de elementos de alta ansiedad, miedo ira, llanto…, objetivables en el lenguaje corporal de la víctima.
    • Silenciosa: Aparentemente calmada y con los sentimientos bajo control.
    • Bloqueada: En estado de shock, paralizada e incapaz de expresarse.
  • La ansiedad predomina de manera intensa en las primeras 72 horas, esta suele ser mayor si se ha experimentado una violación con agresión física.
  • En los primeros momentos, aparecen también algunos precursores de la depresión (tristeza, apatía, pensamientos suicidas). La evolución lleva a una disminución del shock inicial y la instauración de un síndrome depresivo en las primeras semanas.
  • La observación de los estados descritos previamente también pueden utilizarse como indicios para detectar casos de violencia sexual con sumisión química.

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